“FORTUNA”, UN VIZCAÍNO LIGADO A LA TAUROMAQUIA MADRILEÑA
Los héroes son recordados por las hazañas que realizaron en sus vidas, elevándolos a la categoría de semidioses en la mayoría de los casos. Hasta no hace muchos años, la figura de un matador de toros era reconocida en cualquier lugar con sólo fijarse en los andares o en la prestancia de su aspecto. La personalidad que irradiaba un torero llenaba la estancia y había un respeto reverencial ante el que era capaz de jugarse la vida tarde tras tarde frente al toro.
Voy a dedicar estas líneas a uno de esos hombres que tienen un hueco en la ilustre galería de figuras, tanto por sus hechos en los ruedos como fuera de ellos. Me refiero al matador de toros nacido en Sestao, Diego Mazquiarán “Fortuna”, de quien este año 2016 se cumplirán 100 años de su alternativa, y concretamente su relación con Madrid.
El maestro se distinguió entre los coletas de la época por ser un certero y eficaz estoqueador y se decía de él que ejecutaba a la perfección el volapié arrancando sin dar un paso atrás.
Tras cuatro temporadas como novillero tomó la alternativa en Madrid el 17 de septiembre de 1916 de manos de Rafael “El Gallo”, con toros de Benjumea. Aquí su primera coincidencia con la capital. Pero son dos los hechos más relevantes o, al menos, más anecdóticos e interesantes. El 17 de junio de 1931 se celebró la primera corrida de toros en la historia de la Plaza de Toros de Las Ventas. El cartel lo encabezaba “Fortuna”, quien lidió y estoqueó a “Hortelano”, del Duque de Veragua, ganadería que el año anterior había adquirido D. Juan Pedro Domecq. Así, la historia unía para siempre a la nueva plaza de Madrid con Vizcaya.
No fue ésta la única plaza que inauguró, ya que el 6 de junio de 1918 había tomado parte en la desaparecida Monumental de Sevilla, compartiendo cartel nada menos que con Joselito y Curro Posada.
Pero sin duda, Madrid quedó siempre agradecido a este vasco por el acontecimiento que tuvo lugar en la Gran Vía el 23 de enero de 1928. Aquella mañana de invierno, un toro que iba camino del matadero escapó por la Cuesta de San Vicente, y pasando la Plaza de España subió por la Gran Vía, hiriendo a tres personas. La casualidad hizo que “Fortuna” anduviera cerca del alboroto que inevitablemente se formó y con su abrigo paró y fijó a la res. Al encontrarse cerca de lo que era el Casino Militar, alguien le ofreció un sable para acabar la faena. No pareciéndole apropiado el ofrecimiento ordenó a su chófer que fuera a su casa, situada en el número 40 de la calle de Valverde, y le trajera un estoque. Durante quince minutos cuentan que estuvo pasando al toro y una vez le entregaron su estoque, se perfiló con arreglo a las normas y despachó al animal de más de media estocada arriba y un descabello. Las ovaciones fueron ensordecedoras y hasta quisieron entregarle una oreja de su inesperado oponente. Por este hecho le fue concedida la Cruz de la Orden Civil de la Beneficencia que le impuso en el ruedo madrileño Nicanor Villalta durante la celebración de la corrida de la Asociación de la Prensa, en la que ambos compartieron cartel.
Sirvan estas líneas de recuerdo al hombre, al héroe y a su aportación a la Edad de Oro del toreo.
Jesús Panadero. (Abonado de la Plaza de Madrid y antiguo Socio del Excmo. Club Taurino de Bilbao)
04 Feb, 2016
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